¿Por qué las dietas no funcionan?

¿Conocen personas que probaron muchas dietas, pero al final subieron más peso?
¿Por qué después de una dieta la gente sube de peso?
¿Cómo prevenir las consecuencias de malas dietas?
¿Cómo regular su régimen para bajar de peso, mejorar su salud y mantener su peso de por vida?

DIETAS

Lo peor que le puedes hacer a tu cuerpo es bajar de peso, luego subir (más que antes), bajar otra vez y nuevamente volver a subir (como siempre, más que la última vez). Este tipo de dietas pueden producir una disminución en el metabolismo y también enfermedades del corazón y cáncer.

Si jugaron con un yo-yo cuando eran niños, seguramente recuerdan como sube y baja, sube y baja, sube y baja y lo repite una y otra vez. Muchas personas que están “a dieta de manera crónica”, que hacen dieta casi a lo largo de toda su vida, experimentan el mismo movimiento, pero en su peso.

¿Y… esto es malo?

¡Es pésimo! Las investigaciones muestran que un ligero sobrepeso puede dañar menos que hacer las dietas “yo –yo”, que dificultan el mantenimiento de un peso adecuado por un tiempo prolongado, y pueden producir la disminución del ritmo del metabolismo en el cuerpo, disturbios alimenticios y una pésima autoestima. Según algunas investigaciones, los ciclos de grandes cambios en el peso también elevan el riesgo de desarrollar enfermedades al corazón y algunos tipos de cáncer.

¿Por qué es malo? – la explicación fisiológica

Grandes cambios en el peso son por lo general el resultado de una dieta muy estricta, desde el punto de vista de la reducción de peso en forma rápida o de la utilización de métodos peligrosos para bajar de peso como pastillas y “maquinas milagrosas” de todo tipo.

Nuestro cuerpo tiene tejidos de músculos y tejidos de grasa. Los tejidos de músculos funcionan más desde la perspectiva del metabolismo y por lo tanto el objetivo es mantenerlos e incluso aumentarlos. Los tejidos de grasa funcionan menos desde la perspectiva del metabolismo, es decir, utiliza menos energía. La grasa es el depósito de todas las calorías sobrantes que ingresaron en nuestro cuerpo y no se aprovecharon. Cuando queremos adelgazar, esperamos deshacernos de éstos tejidos de grasa y no de los músculos.

Cuando hacemos una dieta muy baja en calorías y sin ejercicios, bajamos de peso principalmente por la pérdida de tejidos musculares y líquidos, y solo un pequeño porcentaje por la pérdida de los tejidos de grasa. Cuando subimos nuevamente de peso (por lo general es con un aumento de “intereses”) aumentamos principalmente la capa de grasa. Así que si evaluamos la constitución del cuerpo de los que  hacen dieta “yo-yo” a lo largo del tiempo, descubriremos que al final del proceso el cuerpo tiene mucha más grasa y mucho menos músculo que antes de su último yo-yo y así continúa sucesivamente.

Si los ciclos de yo-yo se repiten, el cuerpo necesita cada vez menos calorías para mantener su peso (porque tiene mucho menos tejidos musculares que funcionan desde el punto de vista del metabolismo, y mucho más tejidos de grasas que no funcionan desde el punto de vista  del metabolismo). ¿Y qué le ocurre a las calorías sobrantes?...  se almacenan como más tejido graso. El resultado, engorda más y  es más difícil adelgazar en el siguiente intento.

¿Por qué es malo? –la explicación personal

El peso que bajamos y subimos después de forma constante, no solamente lentifica el metabolismo en el cuerpo, sino  también aumenta la sensación de frustración y fracaso. El resultado es, por lo general, el deseo por lo dulce y la pérdida de fuerza de voluntad. 

La siguiente situación seguramente te parece conocida de una forma u otra: decidiste empezar una dieta y te impusiste evitar completamente el chocolate, lo que más te gusta. Al principio es bastante fácil, pero después la tentación crece y se vuelve insoportable, y es entonces, sin saber exactamente cómo en un instante, el chocolate de pronto se encuentra en tu boca y junto a él te llena de sentimientos de vergüenza y culpa del “pecado” que cometiste. Los pensamientos te dan vuelta en la cabeza. “Destruí todo”, “no tengo fuerza de voluntad”, “soy un fracaso”, “para qué esforzarme, de todas maneras me voy a dar por vencido.”

Estos pensamientos negativos por lo general nos conducen a comer mucho más. ¿Por qué? Porque si creemos que nos falta fuerza de voluntad y despertamos compasión, es de suponer que nos comportaremos de acuerdo a esto. Si ya es así, pues que sea así y entonces no comeremos únicamente una tableta de chocolate sino todo el paquete, e incluso uno más.

Pero el factor de fracaso no es el chocolate, o cualquier otro alimento, sino la pésima mentalidad de la dieta. La tendencia más destructiva de las personas que hacen dieta son sus formas de pensar, que boicotean su éxito. Esperamos la corrección rápida del peso y por esto actuamos a corto plazo, en lugar de invertir a largo plazo. Pensamos en blanco o negro (es un poco infantil ¿no? especialmente si comparamos esto con otras acciones nuestras). Separamos los alimentos en “buenos” o “malos”, e incluimos en los “malos” los alimentos sabrosos y que engorda, y así convertimos los alimentos que nos gustan y tientan en prohibidos. El chocolate o comer chocolate no son el problema. El problema es la mala sensación después de comerlo.

¿Hay un camino mejor?

Lo hay, la fuerza de voluntad no tiene que ser para evitar los alimentos de la larga lista de “alimentos prohibidos”. En lugar de esto definamos la fuerza de voluntad como la posibilidad de elegir y la responsabilidad. Es decir comer algo que incluido en la dieta pero que realmente queremos. E incluso si comimos más de lo que debemos, si reconocemos que somos los que elegimos – y no nos mueven sin control – podremos después continuar por nuestra senda sin destruirnos.
La clave es pensar a largo plazo y adoptar costumbres sanas. La realización de los cambios en las formas de comer hay que realizarlas de a pocos y de forma constante de lo contrario fracasamos de manera segura.

Sobrepeso y dieta: el sueño perdido
El sobrepeso es una de las plagas de la civilización. Está relacionado con muchos porcentajes de muerte, por infartos, diabetes, infección en las articulaciones y presión arterial alta. Las personas están dispuestas a pagar mucho dinero para comprar medicamentos, hierbas, todo tipo de máquinas e incluso operarse para estar delgados. Sin embargo la verdad es que aún no se encuentra un motivo externo para que se logre adelgazar por un tiempo prolongado. El problema no es tanto eliminar el peso sobrante, sino mantenerse delgado por un periodo prolongado.


Formas para bajar de peso – verdades y mitos

Un grupo de investigadores decidió realizar un estudio e investigar sobre los efectos a largo plazo  y no pudieron encontrar personas que adelgazaron y se mantuvieron delgadas. Por esto se vieron obligados a utilizar ratones. Los investigadores los alimentaron con alimentos naturales tanto como quisieron y los ratones no subieron de peso. Cuando les dieron a los ratones 37% de sus calorías en forma de diversas grasas como margarina y grasa de carne, los ratones engordaron.  Cuando volvieron a darles una dieta naturista, volvieron rápidamente a su peso anterior.  Esto demuestra nuevamente, al contrario de lo aceptado, que no es únicamente la cantidad de comida la que produce el sobrepeso, sino también su naturaleza. Los alimentos naturales, contienen, además de las calorías, los componentes necesarios para la desintegración de sus calorías.  Los alimentos elaborados, en cambio, contienen las calorías puras únicamente. 

Por este motivo queda claro que cualquier dieta que esté basada sólo en el conteo de calorías, podemos afirmar de ante mano que fracasará.  Es poco real comer libremente todo lo que nos provoque, incluido chocolates, tortas y helados y contabilizar las calorías. En cambio es necesario consumir los alimentos naturales en cantidades razonables y permitirle a la naturaleza preocuparse por la pérdida de peso. En otras palabras:

“Lo decisivo no es cuanto comes sino lo que comes”

Dos tercios de las personas que bajaron de peso volverán a aumentar su peso en el primer año desde que terminó la dieta y casi todos los que bajaron de peso volverán a engordar en un plazo de 5 años. Solo un 3% lograrán mantener sus resultados.


¿Por qué se nos hace tan difícil adelgazar?

Durante el 95% de nuestra existencia sobre la tierra vivimos como cazadores. Nuestro  apetito se desarrolló en esa época. Durante los millones de años que duró la evolución desarrollamos las defensas indispensables del sabor para sobrevivir.  Nuestras capacidades para buscar alimentos ricos en grasas, dulces y salados, es una capacidad antigua que se encuentra en nuestros genes.  El hombre prehistórico necesitaba dedicarle la mayor parte de su tiempo a la búsqueda de los alimentos y sus defensas alimenticias lo guiaban a los alimentos más ricos en calorías para poder sobrevivir.  Hoy en día este hecho es un traspié, ya que se nos hace difícil evitar los alimentos a los que nos sentimos tan atraídos. 

La química de nuestro cuerpo para las grasas y carbohidratos se establece en nosotros desde la etapa de la lactancia. En la leche hay tres componentes principales de los alimentos básicos: grasas, carbohidratos y proteína.

¿Por qué no funciona la dieta?

La restricción de calorías en una dieta (1000-1200 calorías por día) es un error desde el punto de vista emocional y fisiológico. Desde el punto de vista emocional los fracasos recurrentes dejan sus huellas en el alma. Pero es importante saber cómo la dieta  puede dañar el cuerpo desde el punto de vista fisiológico.

Nuestro cuerpo está preparado para sobrevivir en estado de hambre.  Como en toda dieta promedio de 1000 a 1200 calorías el cuerpo reacciona con mucho estrés por lo que disminuye el metabolismo del cuerpo. Cada vez que se encuentra en estrés, y también después que ésta pasa, el metabolismo del cuerpo disminuye, porque el cuerpo se protege de la pérdida de sus reservas de grasa; es decir, cada vez que alguien hace una dieta, disminuye su metabolismo y almacena grasa. De hecho, el resultado es exactamente el contrario al deseado: el sobrepeso.

Se realizó una investigación en EEUU – las personas fueron expuestas al hambre y luego se les dio comida – la grasa inmediatamente aumentó en el cuerpo. Este efecto también es conocido entre las personas que sufren de anorexia nerviosa, que después de un periodo de hambre, cuando empiezan a comer, inmediatamente se acumula en ellos una capa de grasa. 

¿Necesito bajar de peso? 

Hoy en día, en el mundo de la moda y en las revistas vemos esqueletos en lugar de mujeres, muchas personas que se encuentran en su peso ideal desean bajar de peso. Existe una medición que según ella podemos saber si necesitamos bajar de peso y cuánto.

La fórmula es la medida del peso del cuerpo comparado con la altura:
Peso (en Kg.) dividido entre el peso (en metros) al cuadrado = IMC (Indice de masa corporal)

INDICE DE MASA CORPORAL (IMC)

18.5 a 24.9
PESO NORMAL

25 a 29.9
SOBREPESO

30 a 34.9
OBESIDAD I

35 a 39.9
OBESIDAD II

40 a más
OBESIDAD III

¿Por qué engordamos?

Ya desde hace muchos años, la epidemia del sobrepeso ataca casi en todo lugar. Tenemos más niños con sobrepeso de los que se tuvo alguna vez, y en general los porcentajes de aumento de peso en la población sólo suben.  Y cada año se aumenta la cantidad de enfermos de diabetes, presión alta y otros males cuyo único causante es el sobre peso.

¿Por qué ocurre esto? Si nos enseñaron a no comer muchas calorías –hoy en día casi todas la bebidas tienen su remplazo dietético y sin embargo no está funcionando.

Si nos enseñaron a no comer mucha grasa – todos los productos lácteos son bajos en grasa, freímos en sartenes de teflón y sin aceite y esto no detiene la epidemia del sobrepeso.

La clave para comprender las cosas, es comprender cómo funcionan exactamente los sistemas en nuestro cuerpo, y según esto sabremos qué comer más, qué menos y qué evitar.  Los tres elementos básicos que comemos son: Carbohidratos (azúcares), proteínas y grasas.  Cada alimento que ingerimos contiene uno o más de estos elementos básicos.  En los años 60 empezó la epidemia del sobrepeso en EEUU.  Cuando investigaron el hecho de forma simple y con los instrumentos que tenían al alcance, concluyeron algo muy simple: si las personas acumulan mucha grasa, pues que coman menos grasa, si consumen muchas calorías que coman alimentos con pocas calorías, esta es la ley en pocas palabras. 

Sin embargo en los últimos años se descubrió que las cosas no son tan simples. Ahora sabemos que si se come un buen pedazo de carne (proteína), uno se siente satisfecho por mucho tiempo, y si se come arroz o papa únicamente (incluso si equivalen a la misma cantidad de calorías como con la carne), uno se sentirá hambriento después de una o dos horas. Es decir que el problema no es únicamente el número de calorías o la grasa sino lo que lo produce.

Primero comprendamos cómo funciona el cuerpo.  El almacén de energía en el cuerpo son los azúcares que tenemos en el cuerpo y la sangre. El mayor consumidor de azúcar en nuestro cuerpo es el cerebro, pero nosotros tenemos que trabajar dentro de un ámbito definido de nivel de azúcar. Una desviación para arriba o para abajo produce la disminución del funcionamiento del cerebro y el cuerpo.  El balance del azúcar en el cuerpo se realiza por medio de la insulina que sale del páncreas.  Ésta permite al hígado convertir el azúcar en grasa y almacenarlo en las células de grasa del cuerpo.
El almacén de energía menos accesible del cuerpo es la grasa, un gramo de grasa contiene como 9 calorías y necesita retener mucha energía en una pequeña área relativamente. Nuestro cuerpo es capaz de retener únicamente cerca de 2000 calorías como azúcar accesible, sin embargo nuestro cuerpo es capaz de almacenar calorías como grasa sin límite de espacio.

Piensa ahora en tu teléfono celular.  Cargarlo durante una hora permite, por lo general, utilizarlo un buen rato.  Así debe funcionar todo aparato ahorrativo, cargarse rápido y descargarse lento. Así trabaja también nuestro cuerpo. Comer una torta de 500 calorías nos toma unos 2 minutos, quitarnos esas calorías de encima, nos toma como una hora en un gimnasio.
Una vez que hemos entendido esto debemos entender que todo el problema del sobrepeso se debe a la ingesta de carbohidratos simples como azúcar, pan blanco, galletas, papa, arroz y maíz procesado, estos carbohidratos se convierten rápidamente en azúcar en nuestro cuerpo.  Cuando la sangre se llena de azúcar la hormona insulina sale del páncreas. El rol de la insulina es disminuir el nivel del azúcar en la sangre y convertirlo en grasas.
¿Cómo podemos saber qué tipo de alimentos llenan la sangre de azúcar? He aquí que introducimos el término índice glicémico de los alimentos.  Este indica la velocidad en la que el azúcar se separa del alimento en el intestino y es absorbida en la sangre. 

Existen los que se desintegran lentamente (y son los más sanos) y los que se desintegran rápido (los no sanos). La desintegración rápida del azúcar genera una reacción rápida de la producción de insulina hacia la sangre.  La insulina, como ya se ha dicho, disminuye el nivel del azúcar y los convierte en grasa.

El resultado es que después de una hora o dos, el nivel de azúcar en la sangre es muy bajo y nos sentimos como si no hubiésemos comido, es decir, estamos nuevamente con hambre y queremos comer algo dulce. Entramos en un círculo casi sin fin de necesidad de carbohidratos simples, la transformación de los excesos de azúcar en grasa, sobrepeso, hambre y así sucesivamente.